Creciendo en medio de la crisis

Mientras varios países a nivel mundial experimentan reducciones en el número de usuarios de sus autopistas presuntamente por efectos de la crisis económica internacional, el Gobierno de Colombia lanza el plan de construcción y mejora de carreteras más ambicioso de toda su historia.

A pesar de mostrar uno de los mejores y más estables perfiles macroeconómicos de la región, el diagnóstico de la infraestructura en Colombia no es alentador: atrasos de más de 40 años en el desarrollo de la red vial nacional y un rezago significativo en infraestructura de transporte ocupando el puesto 111 sobre 148 países en la tabla de competitividad mundial. Ante este panorama, el Gobierno de Colombia ha identificado la mejora de la infraestructura como eje estructurador del desarrollo del país e inició en 2012 un programa de 30 concesiones viales con inversiones que superan los 24 mil millones de USD.

Paradójicamente, mientras en Colombia la economía crece y se hacen importantes inversiones en la construcción y mejora de la red de carreteras, en EE.UU., Alemania, el Reino Unido, España y otras latitudes las autopistas de peaje muestran comportamientos no vistos en los últimos 30 años con reducciones en sus niveles históricos de transacciones. ¿Cómo combinar entonces estos dos escenarios, divergentes pero paralelos, en favor de un desarrollo adecuado del programa vial colombiano?

Una de las lecciones importantes que deja la recesión en carreteras internacionales es la ruptura de una de las reglas de oro que generalmente acompaña los estudios de demanda que dicta que ‘el tráfico siempre crece en el tiempo’. Es cierto que las crisis llegan y no se predicen, pero también que los estimativos de tráfico deben ofrecer más que una serie de proyecciones futuras; es importante contar con advertencias claras sobre los riesgos que situaciones extremas como el aumento de las lluvias por el cambio climático o la aparición de nuevos modos de transporte como los vehículos de conducción autónoma que se avizoran a futuro pueden tener sobre el negocio carretero. En ese sentido, es importante que los estudios de factibilidad de las concesiones viales consideren explorar nuevos caminos buscando explicaciones a las fluctuaciones del tráfico en variables distintas al PIB como tradicionalmente se hace.

También es interesante pensar en la forma en que se invierten los recursos. ¿Grandes inversiones en el corto plazo necesariamente conducen a escenarios futuros crecientes? No, parece ser la respuesta que llega de afuera. Es por tanto necesario tomar en serio los procesos de estructuración de los proyectos pues sólo así se podrán seleccionar los más seguros destinos para invertir recursos públicos y privados. En el fondo más que proyectos de ingeniería, las concesiones viales son estructuras de negocio que requieren de análisis sólidos de riesgo que ayuden a garantizar su rentabilidad y estabilidad en el tiempo.

Al final, el mensaje es claro: el negocio de las concesiones viales está cambiando y Colombia no puede estar ajena a esta realidad. Para ello es recomendable estudiar con estricto rigor técnico el programa de concesiones para blindar los procesos y evitar caer en el futuro en situaciones apremiantes como las que hoy se observan en naciones cuyos planes de infraestructura antes se querían replicar. Asimismo, es conveniente pensar en crear mecanismos permanentes de monitoreo que permitan adelantarse a las fluctuaciones del tráfico para que se identifiquen con tiempo los potenciales riesgos que puedan afectar la seguridad del negocio carretero en el país.

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